UN ENCUENTRO CON LO DESCONOCIDO
El sábado 28 de septiembre del 2024 a primeras horas de la mañana, nos encontramos cuatro personas en Los Cuadritos, de San Gregorio de Nigua, San Cristóbal: Julio González, a quien yo acompañaba, y allá estaban los amigos Fritz Pichardo Cornelio, y su asistente Argenis Marte.
En un momento en que todos intentábamos tomar algunas fotografías, me adelanté un poco, miré hacia atrás y vi un ave que volaba hacia mí, de espaldas a los demás. Les di la voz de alerta y exclamé: “¡Un águila pescadora!” (lo que en ese momento pensé que era).
Los tres fotógrafos, comenzamos a fotografiar el ave que se perchó frente a nosotros en unas ramas secas, hizo algunos movimientos, después voló a una parte boscosa para terminar en el extremo final de Los Cuadritos, donde todas las demás aves salían despavoridas.
Observando nuestras fotografías se hizo evidente que era un ave que ninguno de los cuatro había visto. Acordamos investigar, Fritz consultó al amigo Carlos Suarez, y yo al amigo Eric Tejada Moquete, quien a su vez confirmó con su amigo Georgi Raúl Sánchez. La respuesta fue concluyente, el ave que habíamos visto y de la cual no se había documentado en nuestro país, es el Caracara cabeciamarillo (Daptrius chimachima) juvenil.
El 07 de octubre tuve mi segundo encuentro, en esta ocasión sólo fotos documentales a contraluz y calidad precaria y con las cuales pudimos hacer un debate entre amigos que han dado seguimiento y con los cuales nacieron hipótesis muy interesantes.
Mi posición era que se trataba del mismo Caracara (su pico y sus ojos fueron determinantes) y que según mi apreciación sus plumas estaban maltratadas y di la hipótesis que pudo haber sido por ataques de Auras Tiñosas que habitan en la zona. También que era un único individuo.
Para otros, existía la posibilidad de que fueran dos individuos distintos y que el supuesto daño en el ala derecha podría ser solo un efecto de la luz. Algunos compartieron mi opinión, y todos coincidimos en que un nuevo encuentro ayudaría a esclarecerlo.
Un tercer encuentro ocurrió el 26 de octubre, nuevamente en Los Cuadritos de Nigua. Mientras buscaba otra ave entre los manglares, sentí un movimiento y, al observar con atención, supe que era él. Intenté fotografiarlo, pero las ramas dificultaban el enfoque.
Salí a un lugar más despejado y, mientras caminaba por el sendero rocoso, lo vi venir hacia mí. Logré tomarle algunas fotos sobrepuestas antes de que volara en dirección este-oeste sobre el mar, hasta que lo perdí de vista.
Me alegró notar que estaba en buen estado de salud, sin señales del posible daño en su ala. Seguía en la misma zona, adaptándose y sobreviviendo.
Encuentros posteriores
Hubo otros avistamientos, y cada vez me alegraba más saber que seguía vivo. En uno de ellos, lo vi tanto en la mañana como en la tarde, en diferentes lugares. Fue entonces cuando, por primera vez, lo observé siendo atacado por petigres y carroñeando entre la basura de la costa. Fue el día que lo tuve más de cerca.
A principios del mes de enero 2025, presencié desde la distancia otro feroz ataque de los petigres sobre el mar. Intenté acercarme, pero el enfrentamiento continuó sobre los manglares, donde finalmente el Caracara logró refugiarse entre las ramas.
Mi último encuentro
El sábado 22 de febrero 2025, me dirigía al lugar donde solía verlo cuando, de repente, tuve que bajar apresuradamente del motor en el que iba. El Daptrius chimachima intentaba posarse en unas ramas verticales para escapar del ataque, ya habitual, de los petigres, pero no lo lograba. Una y otra vez, las aves lo acosaban sin descanso.
Sin embargo, vi un nuevo Caracara. Su plumaje había cambiado ligeramente, señal de que avanzaba hacia la adultez. Se veía diferente, hermoso y en buen estado de salud. Y algo me sorprendió aún más: además de seguir siendo acosado, esta vez lo vi él acosando a una gaviota en las alturas. Fue refrescante verlo tomar la iniciativa, al menos por un momento.
El Caracara sigue vivo. Y sí, está en camino a la adultez.